Fuente: El Economista
El Gobierno estrechará la vigilancia sobre los planes de las aerolíneas para reducir las emisiones de CO2 mientras abre la puerta a aumentar la presión fiscal al sector. En línea con países como Holanda, Francia, Bélgica o Alemania, que están anunciando medidas para desincentivar el transporte aéreo aprobando subidas de impuestos, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, aseguró que aplicar más tasas al avión es «una propuesta interesante y razonable», ya que «quienes viajan en ese medio tienen más recursos».
Aunque la aprobación de un nuevo impuesto a la aviación apenas se ha incluido en el debate de fiscalidad ambiental, lo cierto es que el Ejecutivo sí que quiere aumentar los controles sobre el sector aéreo para asegurarse de que toma las medidas necesarias para compensar y reducir las emisiones que genera su actividad.
Así, el último borrador de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética recoge que el Ejecutivo establecerá los requisitos que los planes estratégicos de sostenibilidad ambiental de las aerolíneas, Aena y Enaire deberán implementar para «contribuir a los objetivos en materia de energía y clima». «Se establecerán los requisitos de las auditorias energéticas operacionales y de los Planes estratégicos de sostenibilidad ambiental que las compañías aéreas, los gestores de los aeropuertos y los proveedores de servicios de tránsito aéreo (…) deberán implementar como medida para identificar oportunidades de mejora orientadas a la reducción de emisiones e implementar su contribución a los objetivos en materia de energía y clima», recoge la disposición adicional cuarta de la ley. Los requisitos se fijarán por orden del ministro de Transporte previo informa del Ministerio para Transición Ecológica.
En esta línea, la ley promovida por el Ejecutivo de Pedro Sánchez hace especial hincapié en el fomento de combustibles alternativos sostenibles en el transporte aéreo. Un área en el que grupos como IAG o easyJet ya están trabajando aunque desde el sector aseguran que será muy difícil que este tipo de combustibles puedan llegar a cubrir más del 10% de las necesidades de una gran compañía.
Por ejemplo, el holding hispano-británico prevé invertir 400 millones de euros en el desarrollo de combustibles sostenibles para la aviación durante los próximos 20 años y, en una primera fase, ha firmado una alianza con la compañía Velocys para construir una planta de reciclaje de residuos domésticos para su conversión en combustible de aviación que genera un 70% menos de emisiones de CO2 que el de origen fósil.