A partir de abril, los usuarios pagarán por la luz lo que cueste cada día en el mercado mayorista de electricidad, o pool, que es donde las empresas generadoras venden su producción para cubrir la demanda del país. Ya no habrá una tarifa estable cada tres meses, sino que ésta cambiará permanentemente.
En cada factura, que seguirá siendo bimestral, el usuario puede encontrarse con un precio distinto. Y, aunque su vecino tenga los mismos aparatos eléctricos y gaste la misma electricidad, podría pagar menos si ha consumido en horas diferentes. No existirán dos facturas iguales y habrá tantos precios como usuarios: 27 millones.
Caos
Será una medida ilegal, dicen los consumidores, porque los precios no se conocerán a priori. Será un caos, dicen las eléctricas, porque reclaman al menos seis meses de adaptación técnica. Y el Gobierno, que prevé que la luz baje un 3%, se ha quedado solo en la defensa de su propio plan, mientras todo el mundo intenta averiguar cómo ha hecho los cálculos.
Lo que nadie puede discutir es que el nuevo sistema introduce una gran dosis de volatilidad en los precios. Y si se compara con el resto de Europa, esa volatilidad es insuperable.
El pool eléctrico español, al que el Gobierno va a colocar como el corazón del futuro sistema de precios, es el que más arritmias tiene en Europa en comparación con sus equivalentes: APX (donde se intercambian contratos eléctricos para Bélgica, Holanda y Reino Unido), Epex (Francia y Alemania), Nordpool (países nórdicos y bálticos), GME (Italia), Exaa (Austria y parte de Alemania), OTE (algunos países de Europa central como República Checa), y BSP (países del Este, como Eslovenia), entre otros. Según la comparativa que se puede seguir a diario en la página web de Europex, la asociación europea que aglutina a las compañías que organizan estos mercados, el pool español es el más cambiante de todos.
Desde comienzos de año, este mercado, organizado por Omie, una sociedad en la que participan eléctricas, renovables y entidades financieras, ha sido capaz de ser el tercero más caro de Europa, con precios de 50 euros por megavatio a mediados de enero, y días después pasar a ser el más barato, con niveles de cero euros el megavatio (el pasado domingo). Si se analiza la evolución de todo un año, la conclusión es la misma.
En la primera mitad de marzo de 2013, el pool español estuvo alineado con el resto, para luego hundirse y ser el más barato hasta abril. A partir de ahí se disparó y se colocó como el tercero más caro. Así se mantuvo hasta julio, cuando se colocó en segunda posición. En diciembre, superó a Italia, el líder tradicional de este dudoso ránking de precios más caros. Y de marcar precios récord por encima de 90 euros, el pool español pasó en unos días a ser el más barato con cero euros. Es normal que un país esté, sistemáticamente, entre los más caros (Italia), o los más baratos (Francia). Lo que no es normal es que el mismo país marque precios récord al alza y a la baja una y otra vez, como en una montaña rusa.