En el mar del Norte, en la costa británica próxima al condado de Yorkshire, se alza el mayor parque eólico marino del mundo. Hornsea, construido por la danesa Dong Energy por 5.700 millones de dólares (5.300 millones de euros), con una capacidad de 1.200 megavatios y que operará en 2020. O el terrestre europeo más grande, en Noruega, que levanta la sociedad Fosen, de 1.000 megavatios y con un coste de 1.300 millones de dólares.
El viento, sobre todo el marino, ha devuelto el brío perdido a Europa en renovables. En 2016, las inversiones en energía limpia crecieron un 3% en comparación con el periodo anterior, hasta los 70.900 millones de dólares (66.400 millones de euros), por el impulso de Reino Unido, líder por tercer año consecutivo, y Alemania, seguidos de Francia, Bélgica, Dinamarca, Italia y Suiza, recoge el reciente informe anual de Bloomberg New Energy Finance (BNEF). A escala global, la eólica marina batió récord tras alcanzar casi los 30.000 millones dólares (28.100 millones de euros), un 40% más que 2015.
Pero el brillante comportamiento registrado en la eólica marina ha sido insuficiente para compensar la evolución mundial inversora de la industria. Después de dos años de aumentos consecutivos, el gasto total en tecnologías limpias cayó un 18% el año pasado, hasta los 287.500 millones de dólares (269.700 millones de euros), muy lejos de su máximo histórico registrado en 2015, cuando ascendió a 348.500 millones de dólares, señala BNEF, unos datos que divulga desde hace 12 años. El informe excluye las plantas hidroeléctricas de más de 50 megavatios, que se analizan por separado.
Este revés se debe, por un lado, a la fuerte reducción de los costes, particularmente de los equipos de generación fotovoltaicos. Esto significa que las empresas han ganado competitividad y ahora pueden instalar más megavatios por el mismo precio. Y pese a que esta tecnología sigue siendo la que más interés genera entre los inversores (y más fuera de Europa), la inversión disminuyó el año pasado un 32% frente a 2015, tras atraer solo 116.000 millones de dólares por ese factor de precio.
No obstante, la fotovoltaica añadió en dicho ejercicio 70.000 megavatios más, frente a los 56.000 de 2015, por lo que hoy suma una capacidad instalada global cercana a 300.000 megavatios. Y por otro lado, responde a la debilidad económica de China y Japón, los dos países motores más potentes en inversión renovable en los últimos años. Para Bloomberg, esta situación es la mayor responsable del retroceso de 2016. El gasto bajó un 26% en el primero y un 43% en el segundo.
Fuente: Cinco Días