Iberdrola se alía con el Barcelona Supercomputing Center para diseñar sus nuevos parques eólicos utilizando el Marenostrum, uno de los superordenador más potentes del mundo.
Simulación del diseño de un parque eólico del proyecto Sedar.
Las últimas tecnologías, diseño de precisión, cálculos esenciales para prever el futuro… Iberdrola ha empezado a aplicar la supercomputación para el diseño de los nuevos parques eólicos que instalará por todo el mundo. El grupo energético español ya utiliza un nuevo software creado en alianza con el Barcelona Supercomputing Center/Centro Nacional de Supercomputación para diseñar sus instalaciones eólicas que estén ubicadas en escenarios orográficos complejos, ya sea en tierra o en el mar.
Para desarrollar el software, Iberdrola está empleando el MareNostrum, el ‘superordenador’ más potente de España y uno de los más importantes del mundo (sus casi 50.000 procesadores son capaces de procesar 1.100 billones de operaciones por minuto). La computadora, que ocupa unos 120 metros cuadrados y ya va por su tercera versión, se encuentra en las instalaciones del propio BSC en Barcelona.
El innovador sistema permite a Iberdrola identificar las ubicaciones exactas más idóneas para instalar los aerogeneradores de sus nuevos parques eólicos. El nuevo sistema, ideado en el marco del proyecto Sedar (Simulación Eólica de Alta Resolución), ha propiciado la creación de un modelo informático que mejora sustancialmente la estimación de la producción de energía elécrica de los parques eólicos. Una previsión que permite anticipar la producción no sólo a corto plazo, también a lo largo de toda la vida útil del aerogenerador.
El superordenador MareNostrum.
Iberdrola consigue así reducir las incertidumbres ligadas a los nuevos proyectos, con lo que contiene los riesgos de la inversión y potencia la rentabilidad de cada nueva instalación eólica, sobre todo en el caso de proyectos complejos.
La compañía, de hecho, ya ha aplicado este sistema por primera vez en el diseño de un parque eólico, el de PIER II, en México, de 66 megavatios (MW) de capacidad. Una instalación que se va a construir a una altitud de unos 2.500 metros, en un terreno de orografía complicada, y que, con los modelos comerciales hasta ahora vigentes, las incertidumbres en la predicción de la producción eólica eran demasiado elevadas.