Fuente: Cinco Dias
En 2015, la compañía EDP Renovables (EDPR) puso en marcha un proyecto de I+D+i en el parque eólico de Los Almeriques, en Medina Sidonia (Cádiz), con 13 aerogeneradores y una capacidad de 28 megavatios/hora.
Se trata de un prototipo de hormigón de 110 metros de altura, construido en el mismo parque, de un material pretensado que se puede transportar con facilidad, a diferencia de los demás, que son de acero y de difícil desplazamiento, resalta Joaquín García Boto, director de promoción de la firma en España.
Una turbina de dos megavatios que lleva un año en marcha, por un importe de dos millones de euros, y que ha sido diseñada para lugares de poco acceso y donde el acero es escaso y costoso, como sucede en Brasil.
Además de EDPR, otros cuatro fabricantes están probando esta técnica, rentable para grandes tiradas, aunque no se ha popularizado aún en el mercado. Esta iniciativa, que forma parte de un acuerdo de innovación con la Junta de Andalucía en el que participan también los fabricantes Vestas y Pacadar, busca en el fondo mayores alturas y menores costes, señala García.
Proyectos como el de Los Almeriques son un ejemplo no solo de la mejora tecnológica llevada a cabo por las empresas para ser más eficientes y competitivas, sino que también han convertido a España en un referente eólico global. El 12% de las máquinas que hay en el mundo son españolas y es el séptimo país a nivel mundial en patentes. El problema es que Asia amenaza ese liderazgo por su mayor inversión en I+D+i.
La inversión en investigación y desarrollo (I+D) eólico en Europa se situó en 2015 en unos 1.500 millones de euros, con cero crecimiento respecto de 2014 y una subida del gasto privado frente al público, según el informe Tendencias globales de inversión en energías renovables 2016, elaborado por la Escuela de Fráncfort, Bloomberg y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Y aunque en el caso de Asia el estudio no disgrega por tipo de energía, sí resalta que el gasto en I+D renovable de China e India superó por primera vez al europeo el año pasado, tras alcanzar los 2.400 millones. “Mientras en Europa cayó un 8%, en China roza un aumento del 4%”, añade. En España, el sector destina unos 180 millones anuales, cifra la Asociación Empresarial Eólica (AEE).
Desde hace siete años, la región asiática es la que más ha instalado energía obtenida del viento, con una capacidad de 176 gigavatios, por ese empuje de China e India. En segundo lugar figura Europa, con 142 gigavatios, por una Alemania imparable, apunta un informe de 2015 del Consejo Global de Energía Eólica (GWEC, por sus siglas en inglés).
“Muchas empresas asiáticas están invirtiendo en I+D el doble o el triple que las europeas. Si no seguimos investigando, llegará un momento, dentro de cinco años, en el cual no podamos continuar con nuestro liderazgo y otros, los chinos, serán mejores”, advertía Juan Diego Díaz, presidente de la AEE y director de marketing mundial de Gamesa, durante la entrega del Premio a la Integración Rural de la Eólica 2016 al municipio de Medina Sidonia, celebrado el pasado día 15.
Díaz sostiene que la I+D y el registro de patentes son necesarios para garantizar un coste operativo y energético bajo. Y aboga por que se mantenga el apoyo a la eólica terrestre, además de a la marina. “No nos olvidemos de lo que hoy nos da de comer”, insistía.
Y es que en mercados muy maduros y sin espacio para la eólica convencional, como Reino Unido, Alemania y Dinamarca, están apostando por este tipo de tecnología, que todavía soporta unos costes muy elevados (155 euros por megavatios/hora).
Pese a que más del 90% de la eólica que se instala en el mundo es terrestre y menos del 10%, marina, en Europa decreció el año pasado un 7,8% la primera y se duplicó la segunda, frente a 2014, indica GWEC. Así, de los 142 gigavatios que tiene este mercado, cerca de 131 son terrestres y apenas 11 son marinos, según los últimos datos de la Asociación Eólica Europea (WindEurope).
Por ser una industria en alza, EDPR trabaja, además, en un parque marino flotante semisumergible, a 40 metros de profundidad, en la costa norte de Portugal. WindFloat, como se le ha denominado, en consorcio con las firmas Mitsubishi, Chiyoda, Engie y Repsol, con fondos lusos y europeos, tiene previsto entrar en funcionamiento en 2018 con cuatro turbinas de 25 megavatios. El prototipo se conectó a la red eléctrica en 2011 y desde entonces ha producido más de 16 gigavatios.
La novedad es que, al ser una estructura flotante, se evitó el uso de equipos de elevación de cargas pesados, explican en EDPR. Esta empresa espera crecer en los próximos años gracias a EE UU, que destina unos 1.300 millones a I+D verde.
Para Díaz, el apoyo debe venir tanto de los Gobiernos locales como de Bruselas. “Durante muchos años, los programas marco europeos han apoyado el desarrollo del sector y, por ellos, se han reducido los costes. Pero hoy no hay prácticamente ningún tipo de incentivo dedicado específicamente a la eólica”. Las líneas europeas vigentes de financiación a la innovación son Horizonte 2020, que excluye a la nuclear, e InnovFin, con el apoyo del Banco Europeo de Inversiones.
La patronal pide al nuevo Ejecutivo un plan de largo plazo que defina el mix energético futuro: qué tecnologías salen o entran o cuándo y cómo se favorecerá a la incorporación de nuevas fuentes. Para conseguirlo, considera necesario un pacto entre todos los partidos.