La revolución Macron llegó ayer a un sector tan inamovible de la economía francesa como el energético con el anuncio, tan inesperado como vago, del posible cierre de 17 reactores nucleares antes de 2025.
A finales del año pasado, el mercado mayorista de electricidad en España registró una fuerte alza de precios (hasta 60 euros MW/h frente alos 16 euros de media) que se achacó, en parte, al cierre temporal de varias nucleares en Francia. La situación se agravó en enero, cuando los precios del pool español se dispararon un 96% respecto a enero de 2016.
En Berlín, el cierrre definitivo de la nucleares francesas será recibido probablemente con satisfacción porque las poblaciones alemanas fronterizas ya han expres ado su inquietud por el envejecimiento del parque nuclear francés. Y la transición hacia nuevas fuentes de energía acompasaría la política energética de las dos gandes potencias de la UE, porque Alemania ya cerró ocho reactores en 2011 (tras el tsunami de Fukushima) y decretó el cierre de los 17 restantes en 2022.
Francia también había iniciado una senda de diversificación de fuentes de energía y durante el quinquenio anterior, bajo presidencia de Hollande, aprobó una ley para reducir el consumo de energía de origen nuclear del 75% al 50%.
La norma fijaba el objetivo sobre el papel y marcaba de plazo de hasta 2025. Pero nunca se llegó a concretar cómo se llegaría a la nueva “cesta” energética, si frenando la producción nuclear, reduciendo el consumo o aumentando las renovables.
Pero Hulot ha puesto cifra por primera vez al impacto que tendrá en el parque nuclear la reducción del consumo de su energía. “Todo el mundo entiende que para llegar a ese objetivo habrá que cerrar un cierto número de reactores”, sentenció ayer el ministro. Y aunque pidió tiempo para trazar el plan definitivo, dejó claro que ya ha hecho los primeros números. “Déjenme planificar las cosas, pero tal vez el cierre alcance hasta 17 reactores”, señaló.
Las palabras de Hulot supondrían el apagón de casi un tercio de los 58 reactores de los que dispone Francia, de los que obtiene una generación de 63 GWh al año.
Falta por ver si el ministo de Macron logra cumplir su objetivo en un país en que la compañía estatal EDF (propietaria de las nucleares) es tan poderosa que se la describe como otro ministerio de Energía.
El nombramiento de Hulot fue una de las apuetas más arriesgadas de Macron. El presidente francés entregó la antigua cartera de Energía a uno de los ecologistas más conocidos y beligarantes del país. Hulot, cortejado por el poder, nunca había aceptado entrar en ningún gobierno por no tener garantías de que podría llevar a cabo su agenda. Con Macron las tiene. Al menos, por ahora.
Fuente: Cinco Días