FUENTE: El Economista
El precio del mercado mayorista de la electricidad, también conocido como pool, se ha disparado un 25,4% desde que empezaron los calores en el mes de mayo, como resultado de la menor participación de las energías renovables y el mayor peso del gas y el carbón en la cesta de generación. Con ello se acentúa la subida que experimentó durante el primer semestre del ejercicio, que es del 52% en relación al mismo período del año anterior.
Las expectativas son que el precio medio del pool en 2015 cierre por encima de los 52 euros por MWh, casi un 20% más que la media de 43,5 euros por MWh registrada el año anterior. Puesto que el precio del pool es casi la mitad del recibo final de los consumidores, el impacto está garantizado.
De momento, sin contar la fuerte subida de julio y lo que va de agosto -con una media de 59,5 y 56,6 euros por MWh respectivamente- el Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC, la tarifa regulada para consumidores domésticos) subió un 5,6% hasta junio.
El gobierno está esforzándose en evitar la escalada, nefasta en año electoral. El Consejo de Ministros del pasado 10 de julio aprobó el Real Decreto-ley 9/2015, que incluye una rebaja de los peajes eléctricos de un 4 por ciento. Cómo estos pesan algo más de la mitad del recibo final, éste se reducirá un 2,2%.
Así, con números muy gruesos, sumando la subida del pool y restando la bajada de los peajes, el incremento del recibo de la luz podría situarse en el entorno del 8 por ciento a final de año.
Más carbón y más gas
La explicación de la subida está en el mecanismo de formación de precios del pool. Éste es un mercado marginalista, en el que las distintas plantas de generación -eólicas, nucleares, térmicas de carbón, etc.- ofrecen la energía al precio que consideran oportuno. Las ofertas más baratas corresponden a tecnologías con bajos costes de operación, que no tienen que pagar un combustible -el sol, el viento y el agua son gratis- o éste no es representativo, como sucede con la nuclear. Salvo raras excepciones, su producción no es suficiente para cubrir toda la demanda y tienen que entrar en funcionamiento las centrales térmicas de carbón y gas, que sí tienen un coste de combustible relevante y hacen ofertas más elevadas.
Al final, el precio de la última oferta necesaria para cubrir la demanda de energía, denominado precio de casación, es el que se traslada al recibo de la luz; cuanto más carbón y gas haya, más sube el precio.
Durante el primer semestre ha habido poca producción renovable y el gas y el carbón han duplicado su peso en relación al año pasado; sobre todo ha subido el segundo, muy barato en el mercado internacional. Este hueco térmico, según se denomina en el sector, ha crecido aún más desde el mes de mayo.
Cuando llega el buen tiempo, deja de llover y el viento sopla menos, con lo que se reduce la producción de la hidroeléctrica fluyente -no embalsada- y de la eólica. Además, aunque haya más horas de luz solar, el calor reduce el rendimiento de los paneles fotovoltaicos y tampoco se está aprovechando la gran hidráulica.
Como resultado, el carbón se ha convertido en la primera tecnología de generación.