El Gobierno firma la orden del cese de actividad de la central nuclear burgalesa, que formalmente debería iniciar mañana el proceso de desmantelamiento, pero tanto Industria como Nuclenor trabajan para que pueda reanudarse en el futuro. La compañía subraya que no tomará medidas «irreversibles» y que realizará un mantenimiento más exigente que el que requiere el cese.
El Gobierno, Iberdrola y Endesa estaban buscando contrarreloj una fórmula que permitiera mantener abierta la central de Garoña. Pero no se ha encontrado a tiempo. El secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, ha firmado la orden de cese de actividad de la planta nuclear burgalesa, que deberá ejecutar el cierre mañana mismo, que es cuando vence el permiso de funcionamiento.
«El cese es por motivos económicos y no de seguridad», ha subrayado la vicepresidenta y portavoz del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. El Ejecutivo pretende impulsar las «modificaciones normativas necesarias par que pueda volver a la actividad», ha dicho la vicepresidenta. «Trabajamos con la hipótesis de que pueda reanudarse en el futuro porque no hay problemas de seguridad», ha sentenciado.
Iberdrola y Endesa, propietarias a partes iguales de la central de Garoña a través de la empresa Nuclenor, ordenaron el cese de la actividad de la planta el pasado diciembre, momento desde el que central dejó de estar conectada con la red. Las compañías lanzaban así un órdago al Gobierno tras las nuevos impuestos aprobados para la actividad nuclear, que, según las empresas, hacian imposible la rentabilidad de Garoña. Según la compañía, la entrada en vigor el pasado diciembre de la Ley de Medidas Fiscales para la Sostenibilidad Energética conlleva un incremento de un 30% de los de los costes de la central
¿Adiós o hasta pronto?
Formalmente, desde el 6 de julio, y una vez firmada la orden de cese de actividad, Garoña debería empezar su proceso de cierre defitivo y entra en una fase de predesmantelamiento. Sin embargo, tanto desde Nuclenor como desde el propio Gobierno -por boca del ministro de Industria, José Manuel Soria, en repetidas ocasiones- se lanzan mensajes que dan por hecho la continuidad de la central. Se da por hecho que, Gobierno y compañías encontrarán el encaje jurídico para reactivar en el futuro la planta, agarrándose a que el cierre se debe a motivos económicos y en ningún caso está puesta en entredicho la seguridad de las instalaciones.
Nuclenor ya ha subrayado, en una comunicado posterior al anuncio del Ejecutivo, que durante la fase de transición al supuesto cierre definitivo «no tomará decisiones irreversibles para la operación de la central». En este sentido, la compañía pretende mantener la plantilla de la central y desarrollará actuaciones de planificación y mantenimiento adicionales a las que requiere el cese.
Más tiempo
Los dueños de Garoña ya movieron ficha el pasado mayo para intentar mantenerla en funcionamiento. Nuclenor pidió al Gobierno más tiempo para decidir si solicita la renovación de la licencia de explotación. La compañía presentó un informe al Ministerio de Industria en el que le solicitaba una revocación parcial de la orden ministerial que contempla el cierre de Garoña con el objetivo de ampliar un año el plazo en que puede pedir la renovación de la licencia, que expira mañana. El Gobierno, no obstante, ha insistido en que no había posibilidad de cumplir con los plazos para conceder esa solicitud y que el cierre era casi imposible de evitar.
La orden ministerial de cierre deberá incluir las condiciones a las que deberá ajustarse las actividades de cara a obtener la autorización de desmantelamiento, así como el plazo en que deberá solicitarla dicha autorización, informa Europa Press. Con la central Zorita como precedente, el inicio del desmantelamiento podría aún tardar en torno a unos tres años. De acuerdo con el Reglamento de Instalaciones Nucleares y Radiactivas, en este periodo se tendrá que descargar el combustible del reactor y de las piscinas de almacenamiento, o bien contar con un plan de gestión del combustible gastado.