Quedan menos de tres años para que se ponga en marcha una de las infraestructuras energéticas más importantes que se están construyendo actualmente en Europa. Se trata del Trans-Adriatic Pipeline (TAP), un proyecto de 4.500 euros de inversión que contempla la construcción de un gasoducto de 878 kilómetros de longitud que unirá Turquía con Italia, a través de Grecia y Albania, y que abastecerá a los mercados europeos con el gas procedente del campo de Shah Deniz (Azerbaiyán) a partir de 2020. Disponible la última edición de elEconomista Energía. Descarga gratuita.
Según Ulrike Andres, directora comercial y de asuntos externos del TAP, ya se han vendido los 10.000 millones de metros cúbicos al año de capacidad inicial en contratos a largo plazo -25 años- desde el inicio de la operación-, aunque hay una pequeña cantidad de capacidad disponible para el transporte a corto plazo -anual e inferior un año-, que podría estar disponible en el mercado secundario si hubiera demanda.
La construcción oficial del gasoducto se inició en mayo de 2016 en Tesalónica (Grecia). Uno de sus principales accionistas es la española Enagás, que posee un 16% de la infraestructura desde septiembre de 2014. El resto se encuentra en manos de la británica BP, la petrolera estatal azerbaiyana Socar y la italiana Snam con un 20% cada una, la belga Fluxys, con un 19%, y la suiza Axpo, con un 5%.
La participación de Enagás en este proyecto forma parte de la actividad internacional que lleva realizando desde 2011. La española preside dos de los grupos de trabajo de los cuatro que forman la estructura de TAP: el Project Review Committee y el TAP Financing Committee. Además de en Grecia, Albania e Italia por el Trans-Adriatic Pipeline, Enagás, referente a nivel internacional en el desarrollo y mantenimiento de infraestructuras gasistas y en la operación y gestión de redes de gas complejas, también centra su actividad en otros países como México, Chile, Perú y Suecia.
BP decidió unirse a TAP en el año 2013, cuando fue seleccionada por el consorcio Shah Deniz para transportar gas natural desde el campo Shah Deniz a Europa. Entre los principales proyectos de upstream de BP, destaca la segunda etapa de Shah Deniz, que estará preparada para operar en 2018. El proyecto incluye la perforación y finalización de 26 pozos submarinos y la construcción de dos plataformas offshore. Hasta septiembre de 2016, el avance del proyecto había llegado al 83% de implementación.
En opinión de Bob Dudley, director ejecutivo de BP, «muy pocos proyectos tienen la capacidad de cambiar el mapa energético de toda una región. Shah Deniz 2 y los gasoductos del Southern Corridor no sólo cambiarán el mapa energético, sino que darán a los clientes en Europa acceso directo a los recursos de gas de Azerbaiyán por primera vez. Un proyecto que no habría sido posible sin la cooperación entre empresas y países en estos años».
El Trans-Adriatic Pipeline es uno de los proyectos energéticos incluidos en el denominado Corredor Sur del Gas, una de las cadenas de valor de gas más complejas del mundo -con una longitud de 3.500 kilómetros a lo largo de siete países y una inversión total de 45.000 millones de dólares-, que suministrará gas natural procedente del Mar Caspio hasta Europa, con el objetivo de mejorar la seguridad y diversidad del suministro de energía de la Unión Europea (UE). Además del estímulo económico y de creación de empleo que supondrá para los países anfitriones, la construcción del gasoducto atraerá importantes inversiones extranjeras a sus territorios.
En octubre de 2013, también fue incluido como Project of Common Interest (PCI) de la UE, suponiendo una vía de aprovisionamiento complementaria a la de la interconexión con Francia a través del Pirineo (MidCat) -también considerado como PCI- y por el que España apuesta para reforzar la seguridad de suministro en Europa.
Fuente: El Economista