Fuente: Cinco Días
Un virus ha conseguido lo que ninguna guerra había podido: que el barril de petróleo cotizase en negativo. La cuestión ahora es si la pandemia del Covid-19 quedará como un episodio más en la larga historia de crisis del sector o será el puntillazo que las petroleras necesitaban para acelerar la transformación de su modelo de negocio.
Entre esas nuevas áreas comerciales a las que se refiere la economista se encuentran, sin duda, las energías renovables y la electrificación del transporte (baterías y puntos de recarga), dos campos en los que empresas como Repsol ya llevan un tiempo investigando y explorando oportunidades.
La crisis económica provocada por el coronavirus y la pátina verde que Bruselas quiere darle a los programas de recuperación han aumentado la presión a la que las petroleras están sometidas para reducir sus emisiones y darle un giro a su negocio.
Pero el cambio tomará tiempo (mucho), no será fácil y exigirá tomar decisiones peliagudas. “El problema que enfrentan las compañías del sector es que los flujos de efectivo reducidos de sus negocios tradicionales hacen que sea más difícil invertir en negocios nuevos y a la vez mantener el dividendo”, sostiene Hillenbrand-Saponar.
“Los directivos tendrán que elegir”, añade. Sin embargo, matiza que los accionistas pueden ver un potencial de crecimiento a largo plazo en las petroleras más dispuestas a cambiar su modelo de negocio, “particularmente si las perspectivas del precio siguen siendo débiles”. Una debilidad que durante el confinamiento superó el umbral de lo insólito.