Fuente: El Economista
Cataluña se queda sin otra ley. El pleno del Tribunal Constitucional ha anulado la ley que prohibía el uso del fracking en Cataluña. La técnica de extracción de gas a través de la fracturación hidráulica ha sido polémica desde su inicio y fue prohibida por parte de la Generalitat de Cataluña a finales de enero del 2014.
Entonces, se modificó una normativa sobre urbanismo donde se señalaba que era ilegal «utilizar tecnología cuando pueda tener efectos negativos sobre las características geológicas, ambientales o paisajísticas», en referencia a los movimientos sísmicos provocados por la Plataforma Castor, práctica defendida por el exministro José Manuel Soria.
Ante esta medida, el Gobierno recurrió al Constitucional en octubre de ese mismo año y en menos de un mes, el alto tribunal admitió a trámite el recurso, que automáticamente paralizó la regulación.
En 2014, la reacción de la Generalitat no se hizo esperar y en un comunicado, el entonces secretario de Empresa y Competitividad del Govern, Pere Torres, garantizó que en Cataluña no se permitirá el uso de la técnica del fracking ,»diga lo que diga» el Constitucional. Una reacción similar, aunque con un tono menor, del actual secretario de Empresa y Competitividad de la Generalitat, Joan Aregio, que ha asegurado que «en Catalunya no habrá ‘fracking'».
Desobediencia
Ahora será el momento en que la Generalitat tendrá que elegir entre desobedecer o no. El Constitucional recuerda que también ha anulado las leyes de Cantabria, La Rioja y Navarra, ya que tanto la autorización como la «declaración de su impacto en el medio ambiente son requisitos que corresponde establecer al Estado». Las autonomías tienen competencia sobre la ordenación del territorio, pero el Estado tiene en exclusiva la del régimen minero y energético.
Por otra parte, los expertos no recomiendan el uso de esta técnica en territorio catalán, pues se precisa una superficie mínima de 12.000 kilómetros cuadrados. Esto sería una tercera parte del total de Cataluña, por lo que no sería conveniente el uso de dicha técnica, ya que también se tendría que trabajar a más de 1.000 o 4.000 metros de profundidad, condiciones que no reúne el subsuelo catalán.