Fuente: El Economista
Los últimos datos de pobreza energética en España, correspondientes al año 2020, publicados por Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) dejan ver un panorama desolador. De los 4 indicadores utilizados para el análisis, 3 empeoran y 2 de ellos de forma significativa.
Los resultados elaboradas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), a través de la Encuesta de Condiciones de Vida y de la Encuesta de Presupuestos Familiares, reflejan la especial dificultad que han sufrido los hogares más vulnerables a la hora de mantener una temperatura confortable durante el invierno.
Concretamente, los datos actualizados a diciembre de 2020 muestran que el 10,9% de la población (5,2 millones de personas) considera que no ha podido mantener su casa a una temperatura adecuada durante la época de frío. Solo las comunidades de Aragón, Principado de Asturias, Castilla-La Mancha y Ceuta han registrado durante el ejercicio una mejora de sus porcentajes.
Hablamos de 3,3 puntos porcentuales más que durante en el periodo anterior, cuando un 7,6% de las viviendas denunciaba esta misma situación. Asimismo, supera los niveles que se observaban en 2017 y 2018, cuando esta cifra se situaba en el 8,0% y 9,1%, respectivamente.
Otra de las cuestiones que resultan especialmente alarmantes son los obstáculos a la hora de hacer frente al pago de facturaspor parte de estos consumidores. Y es que el 9,6% de los españoles afirma haber tenido retrasos en el pago de las facturas de los suministros de su vivienda, frente al 6,6% que lo hacía en el año 2019. Por encima también del 7,2% obtenido en 2018 y del 7,4% de 2017.
El porcentaje de hogares con un gasto desproporcionado en energía – aquellos cuyo gasto sobre los ingresos es superior al doble de la mediana nacional- también ha aumentado en 2020. Eso sí, de forma ligera, pasando de 16,7% a 16,8% de hogares. Se trata, sin embargo, de niveles inferiores a los de 2017 y 2018.
El informe señala que este ascenso podría explicarse, sobre todo, como consecuencia del confinamiento adoptado por la pandemia, pues las medidas restrictivas del movimiento «han provocado inevitablemente un mayor consumo de los diferentes productos energéticos (y, por tanto, incrementando su gasto), más si cabe teniendo en cuenta que, en la mayor parte de los casos, el volumen de ingresos del hogar se ha reducido debido a la paralización de la actividad económica».
El indicador de pobreza escondida de los hogares (HEP) -porcentaje de hogares cuyo gasto energético por unidad de consumo es inferior a la mitad de la mediana nacional- es el único de los 4 que ha mejorado en 2020. Se sitúa en un 10,3%, frente al 10,6% obtenido en 2019.