Fuente: El Periódico de la Energía
Muchos hablan de lo injusto que es el mercado eléctrico. Sin embargo, suelen obviar la mayor, en nuestra opinión, injusticia del mercado: las pérdidas de red y como se usan para el reparto de los costes del sistema.
Veamos que son las pérdidas de red, qué se hace para disminuirlas y cómo influyen en el reparto de costes.
En el mercado mayorista la compraventa de electricidad se produce en barras de central (bc), a pie de central de producción. Eso quiere decir que si una comercializadora quiere comprar la energía que sus clientes van a consumir tendrá que comprar lo que marque el contador más toda la energía que se haya perdido en el camino desde que se generó hasta que llegó al punto de suministro.
La energía se puede haber perdido por motivos técnicos como pérdidas en los cables y en los transformadores o por fraude como enganches ilegales y manipulación de contadores. La denominación de ambos tipos de pérdidas es deliciosa: pérdidas técnicas y pérdidas no técnicas.
Para cuantificar las pérdidas veamos el último boletín de indicadores eléctricos de la CNMC. En él, vemos que la generación nacional fue de 268 TWh en 2017. Este dato incluye intercambios internacionales y no considera los consumos en bombeos. La demanda en consumo ese mismo año fue de 236 TWh esta cifra no incluye consumidores en redes de distribución con menos de 100.000 clientes. Para encontrar un dato más completo debemos buscar en la liquidación del sector eléctrico 14 de 2017 que arroja un valor de 242 TWh
26 TWh/año de pérdidas. Esto viene a ser equivalente a la producción de 3,25 centrales nucleares o al consumo de 6,5 millones de familias.
Lamentablemente no hay un estudio serio que cuantifique que porcentaje de estas pérdidas se debe a fraude y que porcentaje a pérdidas técnicas de red.
Esto ya debe plantearnos la primera pregunta. ¿Por qué ese coste debe asumirlo la demanda íntegramente?
Para que la electricidad llegue al consumo debe ser generada, transportada y distribuida. ¿Hasta qué punto el consumo ha de ser responsable las pérdidas en unas redes que no son suyas o del fraude si no tiene poder de evitarlo?
El responsable de que tengamos suministro eléctrico, que éste cumpla con unos criterios básicos de calidad y el responsable de la medida, es la compañía distribuidora. Es a través de sus redes que la electricidad nos llega y es responsable de detectar y denunciar el fraude eléctrico.
Dentro de la retribución a la distribución en el Real Decreto 1048/2013 en el artículo 40 se fija un tope a los ingresos por fraude y se determina que este será del 20% de los peajes recaudados de aquellos suministros en los que hayan detectado fraude. Esto tiene dos peros: en caso de fraude sólo se puede reclamar un año de fraude y sólo hay incentivo si el defraudador devuelve el dinero.
A pesar del magro incentivo hay grupos de trabajo dentro de las distribuidoras que mediante complicados algoritmos de machine learning detectan variaciones en consumo sospechosas de ser fraude.
No deja de ser irónico que en pleno siglo XXI, en plena transición energética y auge de las Smart Grids a nadie se le haya ocurrido poner contadores en las salidas de los trasformadores. Así para detectar fraude sólo habría que hacer una resta entre este contador y la suma de todos los contadores conectados al anillo.
Pero esto no es el objeto de este artículo. Sólo recuérdenlo cuando les hablen de Smart Grids.
La segunda pregunta que se plantea es ¿cómo se calculan esas pérdidas?
El cálculo de las pérdidas es muy simple. Es la diferencia entre la energía medida en los contadores de generación y la medida en los contadores de los consumidores.
La tercera pregunta es más incómoda. ¿Cómo se reparten entre los consumidores?
Cada consumidor tiene unas pérdidas técnicas únicas. No todos recibimos la misma cantidad de energía ni esta viene por el mismo camino. Para solventar este problema de cálculo se realiza una simplificación.
Cada periodo tarifario de cada tarifa de acceso tiene unas pérdidas estándar asociadas. Hora a hora se calcula un coeficiente k que al multiplicarlo por las pérdidas estándar hacen que cuadre demanda con generación.
La tarifa de acceso viene determinada por la potencia contratada y/o la tensión a la que se toma la energía.
Es decir, para consumir 25 MWh en BT hay que comprar un 18,54% más y para hacerlo en AT sólo un 7,15% más. Otra forma de verlo es que la electricidad en BT tiene un recargo del 18,54% mientras que la de AT lo tiene del 7,15%
Cada hora del año hay una k distinta. Cada consumidor tiene su propia k anual. Para calcular la k anual de un cliente habría que ponderar las 8760 k horarias con el consumo de energía en cada hora. Para los cálculos posteriores supondremos una k de 1,3.
No hace falta ser un experto en electrotecnia para saber que esta diferencia de pérdidas no se corresponde con parámetros físicos. Pero nadie dice nada.
Este sistema implica que para cada hora del año la comercializadora debe estimar el consumo de sus clientes y estimar el valor de estas pérdidas para no incurrir en desvíos a la hora de comprar.
La cuarta pregunta es la dolorosa ¿Cuánto pagan de más los clientes en BT por el reparto de las pérdidas?
Hasta ahora hemos dicho que las pérdidas sirven para ajustar la diferencia entre consumo y generación. El problema es que, salvo los peajes, TODOS los costes asociados de la energía, están referenciados a consumos en barras de central. Es decir, a nuestro consumo más nuestras pérdidas asociadas.
En este artículo desglosamos los componentes del precio de la electricidad. Todos los costes del artículo Mercado mayorista, Servicios de Ajuste, Interrumpibilidad, Financiación a los Operadores de Mercado y Sistema, Pagos por Capacidad (este más doloso porque a su vez varía en función de la tarifa de acceso), Aportación al Fondo de Eficiencia energética están elevados a pérdidas.
Puede ser discutible que el intercambio de energía se realice en barras de central. Lo que no parece equitativo es que el reparto de los costes ajenos al suministro se realice en función de la energía en barras de central y no a la consumida. Se trata de un trasvase de rentas de tarifas en Baja Tensión a tarifas en Alta.
Otra conclusión es el coste que nos supondrá el Euskopeaje.
La tarifa 6.1B se creó en el RD 1054/14 a cambio de los votos del PNV para la aprobación de la ley del sector eléctrico. El coste de esta regalía es la diferencia del coste unitario entre la tarifa 6.1A y la 6.1B: 7,04 €/MWh. Esta diferencia multiplicada por el consumo de este peaje en 2017, 5,105 TWh nos cuantifica la medida en 35,95 M€.
La posterior fusión de la tarifa 6.1B en la tarifa 6.2 fue acordada a cambio de la aprobación del PNV de los presupuestos de Rajoy. Este acuerdo lo mantuvo Sánchez dentro de las negociaciones para la moción de censura y finalmente ha sido incluido en el flamante RDL 15/2018 de la ministra Ribera. El coste unitario de esta decisión es la diferencia entre los costes unitarios de las tarifas 6.1B y la 6.2 que multiplicado por el consumo de la tarifa 6.1B arroja un coste de 82.92 M€.
Si sumamos las dos medidas, la creación del Euskopeaje ha sido de 118,87 M€/año. Pero no se preocupen por el desequilibrio en los ingresos del sistema, pagaremos los de siempre.
Pero no nos distraigamos con sentimientos nacionalistas y fijémonos en la luna. El peso del sistema eléctrico recae casi exclusivamente en los consumidores, y entre ellos los domésticos somos los más perjudicados.
Ahora que por fin hemos recuperado el sol y caminamos hacia la transición energética sería un buen momento para pararnos y reflexionar a dónde queremos ir y quién queremos que lo pague.