FUENTE: El Economista
El análisis de BP sobre el sector energético mundial se fija en tres cosas: el auge del petróleo y el gas no convencionales en EE UU, el «colapso» de la industria pesada en China y las preocupaciones por el medio ambiente.
EEUU fue el primer productor de petróleo del siglo XX, pero en 1975 fue superado por Arabia Saudí. Ahora bien, la revolución que ha provocado en su territorio la tecnología de fracturación hidráulica -el famoso fracking- le ha devuelto al primer puesto del podio mundial: el año pasado, la producción estadounidense rozó los 12 millones de barriles diarios y superó su propio récord, alcanzado en 1970. El gas tampoco anduvo a la zaga y la extracción creció un 6 por ciento (39 millones de metros cúbicos en total), representando un 80 por ciento del incremento global.
No en vano la revolución de los hidrocarburos no convencionales es uno de los tres factores destacados por BP en el último Statistical Review of World Energy, significativamente titulado Tras la calma viene la tormenta.
Efectivamente, el aumento de la producción en EEUU y en otros países, como Canadá y Brasil, y la ulterior decisión de la OPEP, capitaneada por Arabia Saudí, de mantener su producción para no perder cuota de mercado, provocó exceso de oferta y un desplome del precio del oro negro: el crudo tipo Brent pasó de coquetear con los 110 dólares por barril durante el primer semestre de 2014 a cerrar el año en 55 dólares. Las consecuencias del cambio son enormes, especialmente para los países importadores, como España, que han obtenido una inestimable ayuda.
Ralentización china
El segundo de los factores destacados por BP es la ralentización de China. El coloso asiático sólo creció un 7,4 por ciento, después de una década de hacerlo a ritmos de dos dígitos. Pero si la economía se ha tranquilizado un poco, la industria pesada se ha hundido -BP lo califica de «colapso»-, lo que ha impactado en la demanda global de carbón y en sus precios, que son los más bajos de los últimos cinco años.
El derrumbe también ha permitido que la expulsión mundial de CO2 sólo creciera un 0,5 por ciento, pero, como señala BP, no ha habido mejoras significativas en la eficiencia de las fábricas chinas, de modo que las emisiones podrían volver a dispararse si salen del bache. No obstante, parece que hay un auténtico punto de inflexión en el ritmo emisor del país.
La creciente preocupación por el clima es precisamente el tercero de los factores, que influye directamente en la explotación de las reservas de hidrocarburos: «la cuestión no es si se agotarán, sino cómo usar las amplias reservas de un modo eficiente y sostenible».