Fuente: El Economista
Endesa tiene interés en los activos que EDP y Viesgo tienen a la venta, pero todo dependerá de su valoración. En un primer momento, la empresa está interesada en las redes de distribución y en las instalaciones de renovables, y ha descartado la inversión en ciclos combinados de gas.
«Analizaremos el plan de desinversiones de EDP en busca de potenciales activos de generación, como hidroeléctricas en Portugal, que pueden encajar en nuestra posición estratégica», decía esta mañana José Bogas, consejero delegado de Endesa, respondiendo a preguntas de los analistas durante la presentación de resultados del primer trimestre.
Bogas, acto seguido, aclaraba que Portugal y España tienen un mercado integrado y puntualizaba que su objetivo es «crear valor para los accionistas», persperctiva bajo la que analizará los activos de EDP, que ha anunciado desinversiones por 2.000 millones de euros, sobre todo en Portugal.
Y la misma respuesta dio poco después cuando se le preguntó por su interés en los activos de Viesgo que no compró Repsol, recientemente puestos a la venta por el fondo australiano Mcquarie y Wren House: redes, parques eólicos y una central de carbón con un total de 1.400 MW.
Menos en el negocio gasista, Endesa, filial de Enel, tiene circunscrita su actividad a la Península Ibérica dentro del Grupo público italiano, por lo que no es extraño que tenga interés en aumentar sus activos y su negocio en su área geográfica de referencia, y periódicamente realiza adquisiciones de plantas de generación renovable y de empresas de distribución; el último caso fue el de la distribuidora de Ceuta.
Compensar la generación térmica
Endesa, además, tiene que compensar el menor rendimiento de su parque térmico, cuya competitividad se ve mermada por un precio del CO2 que ha subido en un año de 8 a 25 euros por tonelada. A grandes rasgos, según Bogas, una subida de 1 euro en la tonelada del CO2 se traduce en un aumento de 0,4 euros en el MWh generado con gas y de 0,9 euros en el MWh generado con carbón.
Por culpa de esta pérdida de competitividad, durante el primer trimestre del ejercicio su producción con carbón y gas se redujo un 29% y durante el conjunto del año prevé que su aportación a los resultados se reduzca en 30 millones. Evitar que este efecto impida cumplir las guías anunciadas al mercado es uno de los elementos que ocupa a la cúpula de la eléctrica, junto con la merma anunciada de otros 30 millones por la reducción del negocio de gas, afectado por la coyuntura internacional.
Las herramientas en que confía la empresa para incrementar sus números negros y arrojar un beneficio neto de 1.500 millones son la mayor eficiencia -ya mejoró un 5% el pasado trimestre-, el mejor margen integrado de venta de electricidad -subió un 16%- o la anulación del impuesto nuclear de Cataluña, que le aportarán 20 millones a partir de abril.
A largo plazo, la firma confirma su apuesta por las renovables -descarta que futuros gobiernos alteren el rumbo de la política energética y climática- y no descarta incrementar sus objetivos, en la actualidad situados en sumar unos 8.000 MW hasta 2030, al margen de los sistemas de subastas que se articularán próximamente. Los primeros son los de las islas, en las que piensa participar, como ya anticipó elEconomista.