Fuente: Cinco Días
El príncipe heredero Mohammed bin Salman ha cambiado su forma de ver Aramco. Si, como parece probable, no saliesen al mercado los 100.000 millones de dólares del 5% del grupo petrolero estatal, el monarca perderá. Después de todo, el PIB del reino es unos 700.000 millones de dólares. Pero la venta por partes dará como resultado algo más que un golpe financiero a corto plazo. A primera vista, la posición fiscal de Riad está algo desordenada.
Y con los precios del crudo cercanos a los 80 dólares el barril, el ingreso petrolero que representa dos tercios de los ingresos nacionales podría aumentar en más de 40.000 millones de dólares este año.
Una forma de aumentar aún más los ingresos pasa simplemente por bombear más. El aumento en la producción de un millón de barriles por día prometido por Arabia Saudí y sus pares de la OPEP el mes pasado debería engrosar las ganancias de Aramco.
Por lo tanto, es bastante posible que Riad obtenga una doble victoria con precios más altos y participación en el mercado, a pesar de las llamadas del presidente de EE UU, Donald Trump, a bajar los precios del petróleo. Muchos de los objetivos de la Visión 2030 del príncipe heredero –como los de aumentar los flujos anuales de inversión extranjera directa del 3,8 al 5,7% y aumentar la contribución del sector privado al PIB del 40 al 65%– implícita o explícitamente requieren mayor capital extranjero.
Arabia Saudí aún puede obtener una parte o la totalidad de sus 100.000 millones de dólares de la participación en Aramco de, por ejemplo, una institución estatal china. Pero para convertir al petroestado saudí en una economía diversificada se requiere más que eso.