Fuente: Cinco Días
La Comisión Europea ha cantado victoria por la decisión de Washington de suavizar las sanciones contra Rusia por su presunta injerencia en las elecciones estadounidenses y por la invasión de Ucrania. La nueva ley, firmada el miércoles por el presidente de EE UU, Donald Trump, rebaja el impacto de las sanciones, en particular, en el sector energético, tal y como exigía la Comisión Europea.
Bruselas intenta proteger, entre otros, la construcción del gasoducto Nord Stream 2, una infraestructura de la gasística rusa Gazprom que permitirá a Alemania doblar su capacidad de suministro de gas ruso a través del Báltico y sin pasar por ningún país intermedio.
Las empresas europeas involucradas en Nord Stream 2, sin embargo, se mantienen en alerta, dado que la aplicación práctica de las sanciones dependerá en gran medida de la última voluntad de la Casa Blanca.
El propio Trump se ha declarado en contra de la ley de sanciones, que fue aprobada en el Congreso muy a su pesar con gran apoyo tanto de su partido como de la oposición, lo que hace prever una aplicación suave. Pero la imprevisibilidad del presidente hace que Bruselas se reserve el derecho a actuar.
La CE amenaza con adoptar represalias “en cuestión de días” si la aplicación concreta de esas sanciones pone en peligro los proyectos energéticos entre la UE y Rusia.
“Estamos listos [para adoptar represalias]”, nada más aprobarse el miércoles la ley estadounidense. “Debemos defender nuestros intereses económicos ante EE UU y lo haremos”, añadió el luxemburgués en un comunicado en el que mencionaba el posible impacto de las sanciones de EE UU en el suministro de gas, “particularmente el Báltico”.
El Nord Stream 2, impulsado por Berlín y Moscú, se desplegará como el Nord Stream 1 sobre el lecho del Báltico. Y el proyecto se ha mantenido, o incluso acelerado, a pesar del enfrentamiento europeo con el presidente ruso, Vladimir Putin, por la invasión rusa de Crimea y el inacabado conflicto territorial en Ucrania
El gasoducto cuenta con el rechazo frontal de varios socios europeos, en particular, de Polonia, que temen quedar orillados de las principales redes gasísticas que atraviesan el continente. Pero el ejecutivo de Angela Merkel considera imprescindible el nuevo gasoducto, una valoración compartida por los miembros conservadores y socialistas de la coalición gubernamental.