«La actual configuración del sistema eléctrico español provoca que el precio que paga el consumidor en la factura de la electricidad no guarde relación con el coste real de producción de la energía, fijado por el mercado mayorista», critican los integrantes de la Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (Anpier) en un comunicado de prensa.
«A este precio, además, se le añaden conceptos asociados al servicio de suministro y las primas recibidas por las energías renovables», sigue la explicación de los miembros de la patronal, quienes denuncian «que esta maniobra conceptual y contable genera tremendas distorsiones, tanto en los precios de la energía como en la percepción social de los costes reales de las renovables».
Desde Anpier aclaran que los «MWh producidos a través de las energías renovables se remuneran a un precio fijo, que va en función de los costes de la tecnología empleada, que es independiente del precio mensual marcado por el mercado mayorista de la electricidad. La parte primada se corresponde con la diferencia entre precio del mercado mayorista y los costes reales de producción. Con lo cual, si el precio de mercado es bajo, la proporción correspondiente a la prima resultará más alta; y si el mercado registra precios altos, la parte correspondiente a la prima será más reducida; pero siendo invariable la tarifa final que reciben estas energías por sus MWh».
Ante esto, los asociados de la entidad que preside Miguel Ángel Martínez-Aroca recuerdan que durante el primer cuatrimestre del año, la alta producción de energías renovables y las abundantes lluvias han aportado más del 50 % de la generación, por lo que el precio del mercado mayorista descendió drásticamente, lo que ha supuesto el correspondiente aumento del montante de primas a las renovables, aunque la retribución total de estas energías haya sido idéntica a la que hubieran percibido con un mercado con precios de mercado mayores».
Así, las renovables «han rebajado el precio de mercado de la electricidad y las emisiones de CO2, efectos claramente positivos para la sociedad y el medio ambiente; pero, a efectos contables, se da la paradoja de que la parte primada, dentro de la tarifa fija percibida por cada tecnología renovable, ha sido mayor, lo que ha provocado un aumento de los costes que paga el consumidor vía factura de la electricidad, lo que ha derivado en la generación de un déficit de tarifa absolutamente virtual», advierten los empresarios de Anpier.
Por otra parte, el precio que pagamos los españoles por la energía en si, sin contar los costes adicionales de la parte regulada, viene determinado por subastas trimestrales entre comercializadoras de último recurso (Cesur), «que establecen un coste fijo, pero irreal, de la energía eléctrica», continúa la argumentación de la Asociación sectorial. Y esto «supone que las tecnologías con menores costes de generación reciben un sobreprecio escandaloso por sus producciones. El precio fijado por la Cesur viene determinado por los costes de producción de la última tecnología generadora que se incorpora al sistema para satisfacer las necesidades de la demanda, de tal forma que, si la última tecnología que entra satisface el 1 % de la demanda esperada y tiene unos costes de producción de 50 €/MWh, por ejemplo, todos los megavatios utilizados para el resto de la demanda se remuneran a ese precio, cualquiera que sea su coste de generación», inciden los fotovoltaicos.
Asimismo, recuerdan que durante el mes de abril el precio real de mercado de la energía en su conjunto se quedó en 18,17 €/MWh; sin embargo, la subasta Cesur «estableció un precio medio de 45,50 €/MWh, que, tal y como está configurado nuestro sistema en la actualidad, es la cantidad a la se ha remunerado todo MWh producido de origen no renovable, con independencia de su tecnología de generación. De esta manera, los MWh hidroeléctricos percibieron un sobreprecio de hasta 40 €/MWh, a pesar de su abundancia y exiguo coste de producción, y los nucleares, generados a 19 €/MWh, recibieron 26 €/MWh de bonificación».
El análisis hecho por los especialistas de la patronal advierte de que «las eléctricas, como agrupan un triple rol (productoras, comercializadoras y distribuidoras), no permiten una competencia abierta que beneficie al sistema y al consumidor; por el contrario, en los meses que las energías renovables y las lluvias redujeron el precio global de la energía, las eléctricas absorbieron esos beneficios, facturando a un precio inflado por las subastas Cesur», lo que evita que se beneficien de este abaratamiento el Estado y la sociedad, ya que este beneficio se «queda retenido por las comercializadoras, en vez de ser empleado para reducir el déficit tarifario de manera ostensible».
Así las cosas, desde Anpier consideran que estas empresas «aprovechan el diseño del sistema para culpar a las renovables de ser causantes del déficit de tarifa, obviando el enorme volumen de negocio que les genera unos mecanismos tendenciosos, complejos y triplemente onerosos para toda la sociedad: como ciudadanos, como contribuyentes y como partícipes de un tejido productivo lastrado por los elevados costes del sistema».
Para evitar que esto se mantenga en el tiempo, los integrantes de la Asociación reclaman una «auditoria de costes y un modelo de retribución por costes reales de producción», mediante los que «aparecerían grandes ahorros tanto en energía nuclear como en hidráulica, lo que liberaría liquidez para remunerar las amortizaciones renovables sin aumentar el precio final al consumidor ni incrementar el déficit tarifario, favoreciendo una transición hacia un modelo energético seguro, barato y sostenible».